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Nuestra Historia

Nuestra historia nace desde la práctica educativa, desde el aula, desde el encuentro cotidiano con estudiantes, familias y comunidades. Somos docentes que, más allá de las paredes de la escuela, sentimos la urgencia de repensar los procesos de enseñanza y aprendizaje en diálogo con el mundo contemporáneo, atravesado por tecnologías que, lejos de ser neutras, pueden reproducir desigualdades o bien abrir posibilidades inéditas de inclusión, participación y transformación social.

En ese marco, y a partir de nuestras propias trayectorias como educadores, comenzó a gestarse la idea de crear una organización que pusiera en el centro a las personas, a sus saberes, sus territorios, sus necesidades y potencialidades. Así surgió la Fundación Jean Itard para la Inclusión, como un espacio de reflexión, acción y formación permanente que articula tecnología, pedagogía y justicia social.

Desde el inicio, supimos que no se trataba solo de acercar herramientas tecnológicas, sino de pensar críticamente sus usos, de favorecer su apropiación significativa y de generar condiciones para que sean integradas como mediadoras de procesos emancipadores. La inclusión que promovemos no se limita al acceso, sino que implica el derecho a participar, a crear, a comunicar, a aprender y a enseñar con sentido.

Nuestra tarea no parte de recetas preestablecidas. Se construye en diálogo con la diversidad de realidades que habitan nuestras aulas y comunidades. Trabajamos desde una pedagogía situada, contextualizada, que reconoce la experiencia como motor del aprendizaje y que se proyecta desde la ética del cuidado y el compromiso con el bien común.

Creemos en la potencia de los entornos colaborativos, del pensamiento crítico, de las redes interinstitucionales y del intercambio horizontal de saberes. Apostamos por una educación tecnológica que forme sujetos autónomos, creativos, capaces de intervenir en su realidad con herramientas transformadoras.

La Fundación Jean Itard se define, entonces, como un colectivo pedagógico-tecnológico, en el que convergen docentes, investigadores, desarrolladores, gestores, emprendedores y estudiantes que comparten una misma convicción: que la innovación tiene sentido si promueve aprendizajes significativos, si amplía derechos, si genera condiciones de equidad y si fortalece los lazos sociales.

Hoy, seguimos acompañando procesos formativos, construyendo propuestas educativas inclusivas y desarrollando proyectos que integran tecnología con una mirada crítica, participativa y transformadora. Nuestra historia sigue escribiéndose cada día, en cada aula, taller, comunidad o red que se suma a este camino colectivo.

                                                                                                               “El alma humana puede ser cultivada, incluso cuando parece inalcanzable.”